Columnistas

Para el Gobierno, una prueba de fuego

  • T+
  • T-

Compartir

El escándalo desatado por el caso de la Fundación Democracia Viva, en Antofagasta, arriesga convertirse en una muy severa crisis para el Gobierno, desde el punto de vista ético, político y, eventualmente, electoral. La ministra del Interior lo reconoció sin rodeos: el caso golpea “en el corazón a tres cosas que nos son fundamentales: la prioridad en vivienda, la colaboración con la sociedad civil y la probidad del Estado”.

A lo ocurrido en Antofagasta se han sumado situaciones de corte similar en otras regiones del país, lo que ha impulsado el llamado a una comisión investigadora del Congreso y a la intervención del propio Fiscal Nacional (ya existen investigaciones en curso), además de una firme condena del Gobierno, el oficialismo y la oposición. Ello, junto a una orden de la Contraloría prohibiendo el traspaso de más recursos públicos a fundaciones “mientras no se aclare la situación”.

El ‘mea culpa’ del Ejecutivo debe ir acompañado, necesariamente, de una disposición a aplicar las sanciones que correspondan.

Es crucial enfatizar que lo que está en cuestionamiento no es el financiamiento público de organizaciones de la sociedad civil, sino el mal uso de esos mecanismos, que claramente impone una revisión de procedimientos y nuevos filtros de fiscalización.

Por otro lado, se ha hecho hincapié en la contradicción entre la pretendida superioridad moral del actual Gobierno -como lo expresó muy desafortunadamente un ministro hace un tiempo- y en la evidencia de actuaciones posiblemente ilegales de algunas de sus autoridades. Y se ha hecho ver el efecto político que, comprensiblemente, dicha contradicción puede tener en la agenda del Ejecutivo, que la ha defendido, en gran medida, en su sentido de lo que es justo y correcto para el país.

Que el Gobierno condene las malas prácticas y que se abra a reconocer (y enmendar) errores es la actitud correcta. Ese mea culpa debe ser acompañado, necesariamente, de una disposición a aplicar las sanciones que correspondan, como hasta ahora parece el caso.

Pero el verdadero desafío es seguir gobernando, pues esta polémica -por grave que sea- no puede distraer de los severos problemas del país en materias como crecimiento, seguridad, inflación, inmigración o educación, entre otras. Hacer frente a esta crisis es la mínima exigencia; superarla será la verdadera prueba de fuego.

Lo más leído